Precuela Sueños

Mi vida propia


Era un domingo aburrido en casa. De esos domingos de lluvia dónde todas las cosas que uno cualquier día buscaría el tiempo para hacer ahora resultan de lo más aburrido del mundo. Incluso para mí, una nena de 8 años, la idea de estar encerrada en casa un día que podía escapar de la rutina del colegio me parecía el peor plan. 


 Mis papás estaban en el supermercado cuando fui a ver qué entretenimiento me podría ofrecer la televisión del comedor. Pasé rápidamente por todos los programas informativos sin mucho detenimiento y vi fragmentos de 10 segundos de todos los programas infantiles que el servicio contratado para nuestra televisión del 2012 podría ofrecer. Arrastrándome del aburrimiento, me incorporé en el incómodo sillón para realizar una búsqueda más exhaustiva sobre qué programa o película me podrían ayudar a pasar la tarde, pero esta no dió resultado.


 Aunque no creí haber prestado atención a lo que ví durante la búsqueda, algunas imágenes parecen haber quedado almacenadas en algún lugar de mi mente. Así entonces, en el tiempo que dormí como producto de ese hastío de domingo, parte de esas escenas mostradas en la televisión se repitieron otra vez en mi mente. Desperté con una sensación de aborrecimiento teñida de la envidia que sentía por todos esos personajes de mi sueño que se estaban divirtiendo más que yo. Fantasie con la idea de vivir en esos escenarios y tener eventos que me separaran de ese domingo de lluvia. La falta de actividades volvió a hacer efecto y me desmayé en el mismo lugar otra vez, por unas 6 horas y 32 minutos más.  

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